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Entre los últimos años sesenta y la década de los setenta, asistimos a la atenuada aparición de una serie de iniciativas, que irían dejando atrás el vacío cultural que supuso la posguerra. En un principio, la mayoría de estas iniciativas estuvieron proyectadas desde el propio régimen y con una finalidad concreta, estando destinadas en la mayoría de los casos a las clases altas afines a éste, quienes, gracias a una posición económica y social privilegiada, disponían de la exclusividad en el acceso a estos canales culturales. De forma paralela al desarrollo de esas iniciativas, la provincia de Albacete vivió una serie de cambios políticos y sociales, con frecuencia acompañados de una movilización y conflictividad laboral significativas. La aparición de esa actividad reivindicativa y la percepción de un escenario de lucha por la conquista de derechos sociales y laborales, darían origen a otra vida cultural dentro de la capital y la provincia. En esta dinámica de cambios, iniciativas culturales y disconformidad con el orden establecido, no podían permanecer ajenas las artes plásticas.
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